viernes, enero 29, 2010

LA NECESIDAD INEVITABLE DE UNA RECESIÓN PLANIFICADA

El año 2009 se caracterizó por la coexistencia de dos crisis que se venían gestando desde décadas atrás, y que de una u otra manera seguirán acompañando a la humanidad en el futuro: la crisis del sistema financiero y en general del sistema económico internacional, y la crisis climática.

De las múltiples y complejas implicaciones de la primera voy a destacar la llamada recesión, que en términos sencillos quiere decir que en un período determinado las economías de los países –y, en este caso, la economía global– no siguen creciendo al ritmo con que venían haciéndolo en períodos anteriores. No se necesita siquiera que decrezca (que reduzca su tamaño) significativamente sino que basta con que deje de crecer.

Al crecimiento económico basado en la explotación de la Naturaleza le va a convenir una siesta... y más aún al planeta

Cuando una persona está demasiado pasada de kilos, el médico le advierte que se puede morir si se engorda un kilo más, y le recomienda que, si le queda imposible enflaquecer, por lo menos intente no seguir engordando. Con el capitalismo sucede lo contrario: mantener su peso estable ya quiere decir enfermedad, y enflaquecerse conduce a la depresión.

La crisis climática, como se sabe, se agudiza (no se genera, pues, entre las causas de la crisis climática se pueden citar muchas más) debido al incremento de las emisiones de los llamados gases de efecto invernadero (GEI), como consecuencia del consumo excesivo de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón, del auge de la agricultura y de la ganadería “industrial”, del aumento y la acumulación de desechos que en su descomposición producen metano y otros GEI, y de otras actividades humanas ligadas todas a la manera como hemos entendido y llevamos a cabo el desarrollo.

De todos estos procesos que contribuyen al agravamiento de la crisis climática, depende el crecimiento –es decir: la salud– de la economía nacional y mundial.

Aun en sistemas ‘alternativos’ de medición de la calidad de vida, como es el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que desde hace varios años utiliza el Sistema de Naciones Unidas, el ingreso económico constituye un factor esencial. Mientras mayor sea el ingreso de una persona, una familia, una comunidad o un país, mayor será su capacidad para consumir más recursos y más energía y, se supone entonces, mayores serán sus posibilidades para acceder a una vida “con calidad”.

Desde cualquier punto de vista, sería absurdo entender como ‘saludable’ la reducción de los ingresos económicos de una gran mayoría de la población que hoy debe realizar milagros diarios para sobrevivir. Cuando esto se publique, estarán todavía en plena vigencia las reacciones por el nuevo salario mínimo y su insuficiencia para satisfacer las necesidades de supervivencia mínima de una familia colombiana.

Mientras más recursos y energía podamos consumir, mayor será nuestra “huella ecológica”, es decir, nuestro “peso” sobre el planeta, medido en términos de presión sobre los recursos naturales, generación de basuras y producción de gases que producen el cambio climático. En otras palabras, mientras más ‘saludable’ sea la economía, más ‘enfermo’ estará el planeta al cual pertenecemos y de cuya ‘salud’ dependemos para existir. Ya hay en la economía tentativas de ‘castigar’ los indicadores de desarrollo económico, incorporándoles la dimensión de su impacto ambiental, pero lo cierto es que, en términos prácticos, hoy por hoy más desarrollo quiere decir mayor capacidad para devorar los recursos del planeta, contaminar la biosfera y contribuir al calentamiento global.

Doña Juana: En primer plano, el relleno. Al fondo: Bogotá. Al relleno Doña Juana de Bogotá llegan diariamente más de seis mil toneladas de desechos, un indicador de la ‘dinámica’ de la economía de la ciudad.


Razón tuvieron Hugo Chávez y Evo Morales cuando en la reunión de Copenhague culparon al capitalismo de la crisis ambiental, pero se quedaron cortos al omitir una mención expresa de que la misma obsesión depredadora que inspira y justifica al capitalismo neoliberal alimenta al capitalismo de Estado. A la atmósfera le da lo mismo si el gas carbónico que la calienta proviene del petróleo extraído de los campos de Texas o del Golfo de México, del Golfo Pérsico o de pozos colombianos o venezolanos. En el fondo es el mismo “modelo industrial” que conduce a la deforestación del Amazonas y produjo la casi total desaparición del Mar de Aral, cuando los soviéticos se apoderaron de todos los cursos de agua que lo alimentaban, y que en otra época fuera el cuarto mayor lago del mundo, para irrigar sus cultivos industriales de algodón.

Aral Sea: Muestra la evolución del Mar de Aral entre 1989 y 2003 (Foto USGS)
Foto aérea de una de las porciones de lo que fuera el Mar de Aral (GWCh, 2009)
Paradójicamente, en las dos crisis que se dieron cita en el año que acaba de pasar se encuentran el problema y la solución. El problema es que, si los seres humanos queremos seguir haciendo parte de este planeta, necesariamente debemos cambiar la manera de relacionarnos y de relacionarnos con él.

Y la única manera de lograrlo es que seamos capaces de separar nuestra concepción y nuestras metas de calidad de vida, de nuestra capacidad de depredación. A lo mejor hacia eso apunta el concepto de “vivir bien” que ya quedó consagrado en las Constituciones Nacionales de Bolivia y del Ecuador, aunque en la práctica tampoco está muy claro cómo se puede lograr.

Para resumir, el mundo necesita embarcarse en una recesión planificada, con el reto de lograr lo que parece imposible en la teoría y en la práctica: reducir el tamaño y, por ende, el impacto de las economías depredadoras (sean capitalistas, comunistas, socialistas o como se quieran rotular), y al mismo tiempo incrementar la calidad de vida de los seres humanos, no medida en términos de nuestra capacidad de depredar sino de nuestro goce de existir.

Posiblemente, para muchos de quienes –por fuerza de la Ley o de las circunstancias inexorables–- se verán obligados a renunciar al desperdicio (y a lucrarse de ese desperdicio), esto puede significar un empobrecimiento, un síntoma de recesión, e incluso un factor de depresión económica y mental.

Esa recesión económica –ojalá planificada y concertada, pero, si no, también– deberá volver los ojos a la Cultura (con mayúsculas), pues es allí donde la humanidad cuenta con los recursos necesarios para entender que renunciar al consumo innecesario de energía y de recursos no es sinónimo de empobrecimiento sino una inversión de vida a favor de la supervivencia de nuestra especie en la Tierra.

El reto, por supuesto, no es sencillo y los grandes sistemas económicos del mundo están dispuestos a acudir a lo que consideren necesario con tal no solamente de sobrevivir sino además de continuar creciendo de manera indefinida y autista, haciendo caso omiso de los límites que les impone el planeta. Una de las fórmulas para conjurar la recesión y evitar la depresión, que ya en el pasado se ha ensayado con éxito, es la guerra.

Creo en la tesis de que la llamada “guerra fría” no ha terminado sino que se están diversificando sus actores, están cambiando sus pretextos y sus expresiones, y se están buscando nuevos escenarios para calentarla (incluso con combustible nuclear). Uno de esos escenarios es nuestra América del Sur. Más allá de cualquier pretexto coyuntural, lo que hay detrás es el afán de mantener el crecimiento del sistema económico global. Por eso, los mismos ‘países civilizados’ que promueven la paz les venden a unos los tanques y los aviones de guerra, y a los otros armas especializadas en destruir esos tanques y esos aviones. Con tal de mantenerse vivos, el capitalismo neoliberal y el capitalismo de Estado acuden incluso a devorarse a sí mismos; a su propia destrucción.

La Tierra, mientras tanto, toma nota cuidadosa de la estupidez humana y activa el sistema inmunológico que le va a permitir deshacerse de nosotros en caso de que no seamos capaces de entrar en razón.

Bogotá, enero de 2010

 

Ver el texto completo en el periódico DESDE ABAJO

lunes, enero 25, 2010

ESTE DESASTRE DE HAITÍ

La principal característica de un desastre es que es un desastre, lo cual está quedando demostrado de manera dramática en la situación que vive Haití desde el 12 de enero pasado.

Los escombros de este último desastre se acumulan sobre las ruinas de todo tipo que han dejado siglos de dominación externa, unas veces en forma de colonialismo, otras, durante las últimas décadas, en la forma, seguramente bien intencionada, de “cooperación internacional”.

Foto: INTERNET

Entre las muchísimas reflexiones y preguntas que necesariamente surgen de esa catástrofe que nos está tocando presenciar, nos inquietan especialmente a quienes de una u otra manera andamos en el mundo de la “cooperación”, aquellas que tienen que ver con el verdadero impacto que ha tenido sobre ese país la presencia permanente de tantos actores internacionales, tanto en situaciones de “desastre formal” (como ocurrió después del paso de los huracanes Gustav, Fay, Hannah y Ike en 2008), en momentos de confrontación política (como después del derrocamiento de Aristide en 2004) o simplemente en condiciones de “normalidad”, cualquiera que sea el significado que pueda tener esa palabra en Haití.

Ayuda internacional después del huracán Gustav (2008)

Descifrar el significado que a lo largo de los años ha tenido la intervención internacional en el territorio haitiano no solamente es importante para tratar de entender cómo es posible que un país haya llegado a niveles tan altos de desinstitucionalización y vulnerabilidad, sino sobre todo para evitar que ese tsunami de ayuda y de presencia externa cuya necesidad y utilidad en este momento no voy a cuestionar, pueda llegar, en el mediano y largo plazo, a empeorar la situación.

Quizá la primera pregunta que nos debamos hacer es si existirá alguna posibilidad real de que el proceso de “reconstrucción” pueda servir en algo para crear una nueva realidad, en lo posible sin los factores de riesgo que condujeron al desastre de hoy. Porque, sobra decirlo, en este caso “reconstruir” no se puede entender como volver a construir lo que se perdió.

Destrucción en Puerto Príncipe - Foto: NASA EARTH OBSERVATORY

RIESGO (Y DESASTRE) =

AMENAZA x VULNERABILIDAD

Como bien se sabe, el impacto real de un desastre no depende solamente de la magnitud de la amenaza (en este caso un terremoto) sino también y muy especialmente, del tamaño de la vulnerabilidad. Es decir, de la incapacidad o debilidad del territorio (ecosistemas y comunidades) para absorber sin traumatismos los efectos de la amenaza.

Ningún país situado en las zonas de actividad sísmica del planeta está libre de un terremoto de las características del que a comienzos de este año destruyó gran parte de Haití. En cualquier lugar en donde ocurra un sismo así, seguramente va a provocar un gran desastre, pero no necesariamente de las proporciones tan catastróficas como el que está afectando a ese país.


Enero 24, 6:46 pm: Sismos recientes en la región, incluyendo uno grado 5.1 cerca a la isla de Guadalupe en las Antillas Menores (punto rojo a la izquierda) y uno grado 4.7 cerca a Bucaramanga (punto anaranjado), que se debe haber sentido suave porque fue relativamente profundo: 148 kms. El de Haití del 12 de Enero se produjo a una profundidad de 10 a 13 kilómetros.
Por curiosidad miren la entrada de Octubre 19 de 2009 en este mismo blog.

La misma temporada de huracanes que en el 2008 dejó 7 muertos en Cuba (una cantidad excepcionalmente grande para un país que ha aprendido la manera de que las pérdidas que causan estos fenómenos no incluyan vidas humanas), que en Jamaica y en Florida mató a 11 personas en cada lugar, y en República Dominicana a 10, en Haití produjo 793 muertes y 300 desapariciones. En 2004 el paso del huracán Jeanne ya había dejado alrededor de 2.500 personas muertas en Haití. Durante la temporada de huracanes 2005, que batió tantos records y que causó tanta destrucción en otros lugares, incluida la zona de New Orleans, los huracanes Dennis y Alpha también causaron algunas muertes, aunque comparativamente pocas en Haití.

El terremoto de Kobe (magnitud 6.9) produjo la muerte de 5.000 personas, también una cantidad muy grande para un país tan preparado para resistir los terremotos como es el Japón. El terremoto de Loma Prieta, que en 1989 azotó a California, tuvo una magnitud de 7.1 y 18 kilómetros de profundidad.

Mapa del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) que muestra la sismicidad de la zona aledaña a Puerto Príncipe entre 1990 y el presente
Como bien se sabe, el terremoto de Haití (cuya ocurrencia se esperaba con alta probabilidad para algún momento entre 2000 y 2030), tuvo una magnitud de 7 y una profundidad ligeramente menor que el de Loma Prieta (10-13 kilómetros el de Haití), lo cual efectivamente lo hace más destructivo. Sin embargo, mientras el de Loma Prieta produjo 62 muertos, se calcula que la pérdida de vidas en Haití puede llegar o aún pasar de 200.000.

Eso es lo que, frente a amenazas más o menos similares, causa una mayor vulnerabilidad.

LA SEGURIDAD TERRITORIAL

Desde hace varios años vengo promoviendo y aplicando en distintos escenarios de reflexión y ante retos concretos, el concepto de seguridad territorial, que desde el punto de vista del desarrollo se puede entender como la capacidad de un territorio para ofrecerles a sus habitantes humanos las condiciones de “estabilidad” necesarias para avanzar de manera efectiva en el aprovechamiento integral de sus capacidades; y a los ecosistemas las condiciones de “estabilidad” necesarias para que puedan conservar su integridad y biodiversidad y, en consecuencia, para que puedan existir y evolucionar de acuerdo con su propia naturaleza.

Desde el punto de vista de la llamada gestión del riesgo, la seguridad territorial se entiende como la capacidad de evitar que las dinámicas de la Naturaleza se conviertan en amenazas contra las comunidades humanas, y que las dinámicas de estas se conviertan en amenazas contra los ecosistemas.

En general, estamos hablando del derecho que tienen las personas y los ecosistemas que conforman un territorio, para que el mismo les ofrezca seguridad integral frente a una gama muy amplia de amenazas. (Puede sonar extraña la idea de que los ecosistemas y sus componentes sean sujetos de derechos, tema que no vamos a discutir aquí, más allá de mencionar que los derechos de la Naturaleza quedaron expresamente consagrados en la nueva Constitución del Ecuador).

Puede ampliar haciendo click sobre la gráfica

La seguridad territorial depende de la mayor o menor fortaleza de una serie de factores (“clavos”) y de la existencia y de la fortaleza de las interacciones entre esos factores (“hamacas”). Unos y otros se describen en la figura de abajo: una “red” de interacciones, de cuya fortaleza depende la capacidad para resistir una amenaza y para recuperarse de los efectos de un desastre.

PREFÉTE DUFFAUT

Volvamos a una de las preguntas que nos planteamos atrás: ¿por qué ni la administración interna del país ni la cooperación internacional han logrado en tantos años construir allá cierta seguridad territorial?

Exploremos, en términos muy generales y como un mero muestreo, la situación de esos “clavos” y de esas “hamacas” en Haití, país clasificado como el más pobre de América y que ocupa la posición 146 en la lista del Índice de Desarrollo Humano - IDH. (Colombia ocupa la posición 75.)

JAQUES GESLIN

Comencemos por la seguridad ecológica: de acuerdo con los datos del 2005 que utiliza el PNUD, solamente el 3.8% de la superficie de Haití está cubierta de bosques (Colombia: 58.5%). Esto explica en gran medida por qué el territorio del país ha perdido casi totalmente su capacidad para resistir los efectos de los huracanes que, cada vez que pasan, generan deslizamientos, inundaciones, dolor y destrucción. Las causas de la deforestación se remontan a la época colonial, cuando la gran mayoría de los entonces abundantes bosques haitianos, fueron reducidos a madera y llevados a Europa. Y continúan después de la independencia, cuando Francia obligó al país caribeño a pagarle una indemnización de 150 millones de francos-oro de la época (1814). Parte de esa, la llamada "deuda francesa", que Haití sólo terminó de saldar en 1938, se pagó en madera o con dinero derivado de su explotación. Como más de la mitad de la población actual (5.5 millones de personas de un total aproximado de 10) carecen de acceso a la electricidad, una de sus fuentes de energía es el carbón vegetal, que por supuesto sale de los poquísimos bosques restantes. El territorio ha sido históricamente incapaz de defender el derecho de sus selvas a existir, lo cual se ha convertido para las comunidades humanas en factor simultáneo de amenaza y de vulnerabilidad.

Y así podríamos seguir “clavo” por “clavo” y “hamaca” por “hamaca”. Por ejemplo, el hecho de que solamente el 54% de la población tenga acceso a una “fuente de agua mejorada” (2002/2004) y el 30% a “saneamiento mejorado”, muestra una enorme debilidad en la “hamaca” que vincula lo ecológico con los institucional. Y que el 46% de la población total presente signos de desnutrición, indica una gran debilidad del “clavo” de la seguridad alimentaria y de sus interacciones con todos los demás.

Refugiados haitianos en busca de mejores oportunidades de vida (2009).

Ver dos artículos de Eduardo Galeano que explican la pobreza de Haití.

La debilidad del “clavo” económico se expresa a través de múltiples indicadores, entre otros el que muestra que antes del terremoto, entre el 70% y el 80% de la población vivía por debajo del nivel de la pobreza, y que el 60% del presupuesto dependía de la cooperación internacional y el 30% de las remesas que enviaban los haitianos residentes en el exterior. El llamado Coeficiente de Gini, que indica el grado de desigualdad entre los más ricos y los más pobres de la población (0= Igualdad perfecta / 100= Desigualdad perfecta) es de 59.2 en Haití (y de 58.6 en Colombia. En eso no estamos muy lejos de Haití) ¿Cómo quedarán esos indicadores DDT (después del terremoto)?

No, perdón: esto no es en Haití. Esto es en Tumaco (Nariño - Colombia)

Desde el año 2004 el control efectivo político y militar del país se encontraba en manos de una “Misión de Estabilización” de Naciones Unidas, que intentó en vano construir algo de gobernabilidad (o de eso que en la gráfica llamamos Seguridad Jurídica e Institucional) en un país que a pesar de haber sido la segunda nación americana en proclamar su independencia (hecho al cual las potencias europeas del momento nunca se resignaron), ha estado marcado, casi desde su nacimiento, por la inestabilidad política: presidentes con aspiraciones vitalicias, invasiones de Haití a República Dominicana, insurrecciones y derrocamientos, invasión de Estados Unidos a Haití de 1915 a 1934, dictadura macabra de Duvalier padre e hijo de 1957 a 1986; varios golpes de Estado desde esa fecha hasta 2004… Y ahora, control militar-humanitario por parte de unos 10 mil marines norteamericanos.

Foto: INTERNET
¿RECONSTRUCCIÓN O LIQUIDACIÓN?

Desde mucho antes del terremoto del 12 de enero se oye decir que Haití es un país “sin esperanza”, “sin viabilidad”.

¿Crea el desastre una oportunidad de transformar esa situación?

¿O la puede empeorar hasta el punto de que lo que alguna vez fue una república independiente, pase de nuevo a formar parte de alguna potencia o de una serie de países que se repartan el territorio con habitantes y todo? Muchas veces ha ocurrido eso en la historia y no existe a la vista garantía alguna de que no vaya a suceder en Haití.

¿De qué depende que la cooperación internacional para la reconstrucción, que ya es grande y que va a ir aumentando con el tiempo, contribuya al fortalecimiento de Haití como república independiente, democrática, equitativa y capaz de ofrecerles seguridad integral a sus habitantes, y no que propicie la liquidación total del país?

PIERRE FERNAND

Bajo los escombros que han dejado este terremoto y los siglos anteriores de inestabilidad e inequidad interna y de dominio internacional, están vivas las brasas de lo que personalmente considero que puede ser la clave para la construcción de un nuevo país. Me refiero a la CULTURA, entendida en su sentido más amplio y como resumen de todo el potencial existente en las comunidades haitianas, de todos los GÉRMENES DE RESILIENCIA que en la conciencia y en el inconsciente colectivo, y en las redes y en los movimientos sociales, y en los procesos que bien que mal le han permitido a la población sobrevivir en ese estado de calamidad permanente que era la “normalidad” antes del terremoto, le pueden permitir a esa sociedad salir adelante con calidad de vida y con dignidad. No hay razón para suponer que la pobreza económica y la inseguridad institucional, automáticamente significan empobrecimiento cultural. Más bien puede ser todo lo contrario.

Resulta especialmente importante y significativo que en el llamado “CrisisCamp Haití–Bogotá” llevado a cabo el 23 de enero en Bogotá y convocado por las organizaciones IMMap Colombia, el Instituto de Estudios Humanitarios - IEH, la Red Enredo, y la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios - OCHA, con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud – OPS, para explorar la utilización de las nuevas herramientas de comunicación y de gestión de información frente a desastres como el de Haití, se haya reconocido como una tarea prioritaria poner esas herramientas al servicio de la identificación, visibilización y fortalecimiento de actores, redes formales e informales, movimientos sociales y procesos y recursos de resiliencia y de auto-organización existentes en ese país, con el objeto de conjurar ese imaginario equivocado, según el cual en la zona afectada por el desastre no existe tejido social alguno y las “víctimas impotentes” carecen de capacidad de acción y de reflexión, y por ende de capacidad de decisión.

REYNALD JOSEPH

Si esta vez la cooperación internacional enfoca de verdad toda su acción hacia el fortalecimiento de esos actores y de esos procesos y recursos locales, la reconstrucción seguramente avanzará por el camino adecuado. Los haitianos y haitianas son los dueños del terremoto y están asumiendo la mayor parte del precio humano de la destrucción. Ellos y ellas son o deben ser los primeros en reconocer en sí mismos, en sus propias reservas culturales (que muchas veces a los de afuera nos cuesta trabajo entender), los gérmenes de otros futuros posibles.

Pero si más allá de los discursos que afirman lo contrario, la acción externa limita su eficacia arrasadora a la reconstrucción física y al desarrollo económico (tal y como lo entendemos en la “cultura occidental”), pero dejando en la práctica a los actores locales como meros espectadores o como “extras”, “ayudantes” o “actores de reparto”, el altísimo precio pagado por los haitianos por cuenta del desastre se habrá desperdiciado. Tanto dolor, tanto muerto y tanta ayuda externa no habrán servido para nada.


martes, enero 12, 2010

LA IMAGEN CLAVE

Esta imagen publicada hoy por la NASA resulta clave para que quienes no somos meteorologos entendamos lo que está sucediendo con el clima en el mundo. El color azul muestra las regiones del hemisferio norte en donde la temperatura actual (invierno 2009-2010) es más fría que el promedio de temperatura en las mismas regiones entre el 2000 y el 2008. El color rojo muestra las regiones en donde la temperatura actual es más caliente que el promedio de los años citados.
Normalmente sobre el Ártico (la región que circunda al Polo Norte) existe una zona de baja presión, que chupa hacia esa zona el viento frío, mientras que a la altura del paralelo 45 Norte (la mitad del hemisferio norte) existe una zona de alta presión que sopla el viento frío hacia la zona de baja presión. (Cuando una persona chupa un líquido a través de un pitillo, pajilla o popote, crea junto a la boca una zona de baja presión que atrae el líquido que, a su vez, es empujado por la alta presión atmosférica que actúa sobre el mismo en el extremo opuesto del pitillo).

En este momento está sucediendo lo contrario, lo cual da lugar a lo que los meteorólogos denominan una "Oscilación Ártica Negativa". la baja presión se desplaza hacia la zona central del hemisferio norte, que en lugar de soplar el aire hacia el norte, chupa o atrae viento frío desde esa región (en otras palabras, se crea una corriente que sopla desde el congelador hacia la parte menos fría de la nevera). Por esa razón (¿causa o consecuencia?), como lo muestra la imagen, mientras las temperaturas en la zona media del hemisferio norte están por debajo (son más frías) que el promedio, las temperaturas en la zona circumpolar y en la normalmente fría Groenlandia, son mucho más calientes que el promedio. ¿Esto es consecuencia del fenómeno de El Niño... o del cambio climático...? ¿O es una mera manifestación de la variabilidad climática a través de la cual se manifiesta esa característica natural y propia del clima que consiste en estar cambiando de manera permanente? Nadie puede contestar a esta pregunta con absoluta certeza. Podría ser "todas las anteriores" a la vez.
Esta imagen muestra las temperaturas registradas entre el 11 y el 18 de Diciembre de 2009. El color azul indica temperaturas entre los 0 y los menos 20 grados Celsius (mientras más oscuro más frío), y el color rojo muestra temperaturas entre 0 y 20 grados Celsius. La mayoría no pasan de los 5°C.
La gráfica de arriba, tomada de una animación de Google Earth, muestra otro fenómeno interesante: a pesar de que las Islas Británicas se encuentran en la misma latitud que regiones como el norte del Canadá y los países escandinavos (Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca), su temperatura no baja tanto en la estación invernal. Por eso las regiones mencionadas aparecen cubiertas de nieve, mientras que las Islas Británicas y paises como Francia y Alemania no.

Sin embargo esa situación puede cambiar como consecuencia del cambio climático: si el calentamiento de las regiones circumpolares del norte provoca que se derritan los glaciares, una gran cantidad de agua dulce llegará a la Corriente del Golfo, que es una especie de sistema natural de calefacción que lleva agua y aire caliente desde la zona ecuatorial hacia la Europa continental y las Islas Británicas. Ese influjo de agua dulce altera las condiciones que le permiten a la Corriente del Golfo conducir calor. Como consecuencia, paradójicamene, las Islas Británicas y parte de Europa se van a enfriar por efecto del calentamiento global (esa es una de las razones por las cuales es más presiso hablar de cambio climático que de calentamiento global).


Lo que está sucediendo hoy en las Islas Británicas, incluyendo el sur de Inglaterra, puede volverse lo normal en los inviernos del futuro. Al igual que sucede con los incendios forestales en Colombia, ligados a la temporada seca agudizada por El Niño, estamos presenciando los trailers que nos muestran cómo será la película que nos traerá el cambio climático en el futuro. ¡O a lo mejor ese futuro ya llegó!

El terremoto de Haití: Mientras esto escribo, las noticias internacionales comienzan a transmitir detalles sobre los devastadores efectos del terremoto de 7 grados de Magnitud Richter que hace algunas horas azotó a Haití. Entre otros efectos dramáticos, además de los muertos y los heridos, comienzan a reportarse saqueos y, en general, pérdida de la gobernabilidad. (Un fenómeno que se está convirtiendo en habitual cuando ocurre un desastre... desde el terremoto del Eje Cafetero en Colombia en 1999 hasta el paso de Katrina por New Orleans en 2005... y el terremoto de L'.Aquila en Italia, hace menos de un año).

Y entre los edificios destruidos o gravemente afectados, se cuentan el palacio presidencial y por lo menos un hospital. Más allá de la enorme potencia destructora de un terremoto tan fuerte y tan superficial, en Haití existen todas las condiciones de vulnerabilidad que determinan que el territorio (sus ecosistemas y sus comunidades) resulte incapaz para resistir sin consecuencias catastróficas los efectos de un fenómeno natural, como un terremoto, una temporada invernal fuerte o el paso de un huracán. Estoy siguiendo las noticias por CNN en inglés y me llama positivamente la atención la profundidad del análisis que hacen sobre las condiciones sociales, económicas y ambientales que encarnan y determinan esa gran vulnerabilidad. No es habitual que los noticieros vayan más allá de lo más evidente que caracteriza a una catástrofe. CNN en inglés interrumpió el resto de su programación para dedicarse a este tema con exclusividad.

lunes, enero 04, 2010

HEROES DEL AIRE

La parte dramática de estos lindos días que corren por cuenta del "veranito de El Niño", son los incendios forestales. Dicen las noticias que en cinco días se han registrado 58 incendios en los Cerros Orientales de Bogotá -seis de ellos hoy 4 de Enero- posiblemente provocados por pirómanos. Otros héroes de a pié, los bomberos, los soldados y los voluntarios de la Defensa Civil, atacan los incendios desde el suelo. Decenas de incendios arden hoy en el territorio colombiano.

domingo, enero 03, 2010

CON MUCHO GUSTO

Me llega hoy una nota que me dejó "jose eddie" en una entrada de por allá abajo de este mismo blog, en la que me pide una foto "donde aparecía una sombra extraña" y que tomé y luego mostré en en centro de Formación de la Agencia Española de Cooperación Internacional, en Antigua - Guatemala. Como "jose eddie" no me envía su dirección, con mucho gusto subo la foto otra vez. Apareció por primera vez a mi blog WITCHES-CHAOS con el título "Espantos en Formación".